Acabemos con la desvergüenza política.

EL RECIENTE caso de las facturas del Ayuntamiento de Santa Cruz, que involucra al PP en una supuesta financiación ilegal, aunque también a los otros partidos con representación en la Corporación municipal, supone una de las mayores tomaduras de pelo al pueblo que recordamos. Esto no puede seguir así. La gente va a terminar por echarse a la calle. Esperamos y deseamos profundamente que esas protestas no sean violentas, porque siempre hemos defendido la vía pacífica, como lo hizo Gandhi, para resolver los conflictos y las injusticias sociales, que en el caso de Canarias son, ante todo, las derivadas de su ignominiosa situación colonial. Respetamos a los militantes del PP y del PSOE, aunque algunos socialistas nos atacan sin piedad por defender nuestras ideas. Sin embargo, debemos decir que ninguno de estos dos partidos tendrá cabida en la nueva Canarias que queremos; la auténticamente nueva Canarias, no ese partido procanarión que se ha inventado Román Rodríguez para seguir en la poltrona. Luego hablaremos del señor Rodríguez y de su trencito.

Decimos que en una Canarias independiente no tendrán cabida ni el PP ni el PSOE porque se trata de partidos estatales españoles al servicio de la Metrópoli y de Las Palmas. No se puede construir un país justo si persiste la rapiña de lo que legítimamente poseen seis islas para favorecer sólo a una que, por si fuera poco, ni es la más grande, ni la más poblada. En Canarias habrá partidos conservadores, liberales, socialdemócratas y de todas las tendencias ideológicas, siempre que cumplan las normas de nuestra futura Constitución -una Carta Magna canaria, no la Constitución de los españoles- y respeten a los demás. Pero serán partidos netamente canarios, no formaciones políticas españolas cuyo primer y prácticamente único fin es asegurarle a España que no pierda una finca -el Archipiélago en el que vivimos- que tantos réditos le proporciona.

Mientras llega esa ansiada libertad -que llegará, a pesar de lo mucho que se oponen los amantes de la españolidad y de la desconsiderada indolencia de quienes se proclaman como nacionalistas-, urge un cambio en la Ley electoral que le impida a la morralla política seguir colándose en puestos de relevancia. Muchas caras no deben volver a aparecer jamás en la cartelería electoral porque le han hecho mucho daño al pueblo. La gente los desprecia hasta tal punto que nunca votarían por ellos si no fuesen en listas cerradas. ¿Quién iba a votar por Santiago Pérez si se presentase como independiente y no en una plancha electoral del PSOE? Nadie, porque don Santiago es un denunciador, un personaje que crispa la armonía política, al que no quiere nadie. Y así podríamos citar a muchísimos más. Por ejemplo, al antes mencionado Román Rodríguez. Lo repetimos: no puede haber otras elecciones con listas cerradas. Eso es un engaño vergonzoso y humillante para los ciudadanos. Pero ocupémonos en estas últimas líneas de Román Rodríguez.

Anda empeñado el ex presidente del Gobierno de Canarias y actualmente vicepresidente del Cabildo de la tercera isla en sacar adelante un tren inútil. Lo decíamos en nuestro comentario de ayer y lo repetimos hoy. Ese tren, además de absurdo, supone un despilfarro de dinero público. Pronto -llevamos mucho tiempo avisando de ello- lloverán denuncias sobre sus promotores por prevaricación y hasta por malversación. Lo más gracioso del caso es que los dirigentes políticos canariones piensan que van a tener un tren estepario. Un ferrocarril transiberiano. Qué desfachatez; qué tomadura de pelo. Un tren "transcontinental" de 57 kilómetros de recorrido. Más bien cabe hablar de un tren "nanosiberiano". ¿No se ha dado cuenta José Blanco, ministro de Fomento, que lo están embaucando? En la zona donde se va a construir ese tren no cabe ni un tranvía. ¿Cómo es posible que el Ministerio de Fomento, tan presto a aplicar recortes y dejar sin ejecución obras de gran importancia, siga adelante con ese "ferrocarril" irracional? ¿Nadie le ha dicho al señor Blanco que este proyecto no tiene por finalidad prestar un mejor servicio de transporte público en la isla tercera, sino colmar las ansias canarionas de ser grandes? Si hasta algunos sectores de la sociedad de Las Palmas lo han criticado por innecesario. Lo repetimos: o se recapacita, o en cuanto comience a materializarse el proyecto, lloverán denuncias.