Hambrientos y sometidos al yugo español.

VOLVEMOS a decirlo: la independencia tiene que llegar. Lo propio es que lo haga este año, porque el 31 de diciembre concluye el segundo y último período establecido por el Comité de Descolonización de los Pueblos de las Naciones Unidas para que sean liberados todos los territorios que todavía permanecen sometidos a países extranjeros en cualquier lugar del mundo. Si esto no se produce, es decir, si antes de que concluya 2010 el Gobierno español actúa de la forma en que es previsible que lo haga -debido a su histórico desdén hacia Canarias y los intereses de los habitantes de estas Islas, a las que sólo le interesa seguir expoliando-, en los meses siguientes se producirán altercados en este Archipiélago. Es algo que no deseamos porque siempre hemos repudiado la violencia venga de donde venga. Sin embargo, el pueblo canario está cansado de tanta esclavitud. La autonomía no nos basta. La autonomía es un burdo disfraz para mantenernos bajo el yugo colonial. Si en algunas regiones españolas -es el caso de Cataluña, el País Vasco o Galicia- consideran que el modelo autonómico está agotado y lo que se impone es la independencia, con mucha más razón podemos decir lo mismo en Canarias. Para empezar, Canarias no es una región española; no está unida físicamente a Europa -aunque sí nos unen lazos culturales y económicos a los que no pretendemos renunciar-, sino que está en otro continente y a 1.400 kilómetros de distancia de las costas españolas. Canarias fue la primera colonia de España; la primera colonia europea y, por lo tanto, debe ser la primera que se descolonice antes de que acabe este año en virtud del mencionado mandato de las Naciones Unidas.

Tampoco podemos olvidar la ansiedad de los canarios por vindicar a nuestros antepasados y devolverles sus tierras a sus herederos. Todo lo que no se haga en esta línea, es decir, todo lo que no conduzca a la rápida liberación de Canarias, es torpeza y ruindad. Una torpeza y una ruindad que damos por consumada en los partidos estatalistas, PP y PSOE, porque son eso: partidos estatales que quieren conservar Canarias como su finca. No ya el godo -del godo es preferible no hablar- sino hasta el mejor de los peninsulares, incluso si está entroncado aquí, en su fuero interno, en sus sentimientos más íntimos, se sabe, aunque no lo exprese por prudencia o por astucia, superior al isleño canario. Piensan eso los peninsulares porque este Archipiélago no es un territorio continental, sino una posesión lejana de España producto de una conquista. Luego están los nacionalistas. De los nacionalistas, de su actividad, sólo podemos decir que es imperdonable lo que han hecho con Canarias. ¿Cómo es posible que nos sigan dejando en manos de la Metrópoli española que tanto nos esquilma? ¿Se puede ser nacionalista y, al mismo tiempo, actuar con tanta pasividad, con tanta indolencia ante la brutal opresión que padece este pueblo desde hace casi seiscientos años? ¿No les dan pena a los nacionalistas los cientos de miles de parados y los miles de hambrientos que existen en Canarias? ¿No se dan cuenta de que si Canarias fuese una nación independiente otro gallo nos cantaría? ¿No les ha dicho nadie que tenemos recursos suficientes, tanto los actuales como los potenciales, para ser una nación pequeña pero rica, tal vez una de las más ricas del mundo? Qué pena nos dan esos hambrientos, esos parados, esos desesperados. Qué pena nos da una juventud en paro -en algunas islas están desempleados el 40% de los jóvenes-, cuando esa nueva savia podría estar gobernando su tierra sin las ataduras, los miedos y también, por qué no decirlo, las sinvergüenzadas políticas de sus mayores. Qué pena nos da tener que repetir día tras día, porque esa es la verdad, que estas Islas ya no son una tierra privilegiada. Canarias, de afortunadas, nada de nada. No se puede ser afortunado bajo un yugo colonial; menos aun si ese yugo es el español. Nos duele decir esto, pero debemos manifestarlo así porque esta es la verdad: España ha sido uno de los países más déspotas, si no el que más, en la historia universal. Por eso sabemos que de España no podemos esperar nada; sin embargo, en los nacionalistas sí confiábamos. ¡Cuánto nos han decepcionado!

Tres figuras destacamos como culpables entre los nacionalistas. La primera es Ana Oramas; una mujer que ha traicionado, políticamente, a su propia isla; a Tenerife. La señora Oramas se ha burlado de las amistades que tenía en Tenerife, que tanto la han ayudado y que tanto hicieron por ella. Doña Ana Oramas ha tenido múltiples ocasiones de utilizar la tribuna del Congreso de los Diputados para exigir la libertad de su tierra, pero no lo ha hecho. ¿Tiene miedo la señora Oramas de enfadar al señor Zapatero? Es decir, le preguntamos si tiene miedo de enfadar al virrey que sólo viene a esta tierra a disfrutar de vacaciones con séquito de monarca versallesco y a celebrar consejos de ministros en los que promete cosas que jamás cumple. En segundo lugar citamos a José Luis Perestelo, fiel escudero de doña Ana. También responsabilizamos de la penosa situación de Canarias a Paulino Rivero, porque hasta ahora no ha sido capaz de poner sobre la mesa lo que hay que poner y decir, claramente, que Canarias quiere lo que es suyo ahora. Y lo suyo es la propiedad del Archipiélago y el gobierno total de estas Islas. Lo suyo, lo nuestro, es que las riquezas de esta tierra se queden aquí para que los canarios no pasemos hambre. Lo que nos corresponde es ser canarios y no españoles porque no lo somos. Nos pertenece el derecho a poder caminar todos los países del mundo libres y altivos. Por eso decimos, y repetimos, y seguiremos diciendo y repitiendo, que la independencia es irremediable, irreversible e improrrogable. Es decir, la independencia de Canarias no tiene marcha atrás.

¿Quiénes son los culpables de la enorme tasa de paro que hay en Canarias, así como del hambre y la miseria que se apoderan de las Islas con pasos de gigante? Lo repetimos: Ana Oramas, José Luis Perestelo y Paulino Rivero. Acaba de declarar Ana Oramas a un periódico de Las Palmas que CC exige medidas urgentes contra el paro en las Islas. Manifiesta también que los nacionalistas esperan ofertas del Ejecutivo. Tonterías. Cuanto diga esta señora es una tontería. Al final, los dos diputados de CC en Madrid le entregarán sus votos a Zapatero a cambio de nada, como siempre. Como mucho, a cambio de una sonrisita para que dejen a doña Ana seguir jugando a la política pura. Zapatero la engañará como ha engañado a todo el mundo.

¿Podemos esperar, ante una situación como esta, que el pueblo no reaccione violentamente? Esperamos y deseamos que no lo haga, pero el abuso sobre los canarios ya es inaguantable. Hemos pasado, insistimos, de ser unas islas de bienestar, a ser una tierra de hambruna, de pobreza y, lo que es peor, sometidos al yugo español.