Dos alegrías dentro del caos

España es, en estos momentos, un auténtico caos. Y Canarias, por ser una colonia española (vergonzosa colonia, pero colonia todavía, pese a que fue el primer territorio de ultramar colonizado por un país europeo), padece en todos los aspectos ese caos de la Metrópolis que la sojuzga. Los canarios todavía tenemos vestidos decentes que ponernos, pero, de seguir así, pronto iremos por la calle con harapos. Ya hay muchos habitantes de estas Islas que no tienen ni para comprar ropa nueva y se ven forzados a usar la misma indumentaria, ya gastada, de años anteriores. La mayoría de los canarios todavía comen en sus casas, pero cada vez son más los obligados a hacer colas ante los comedores sociales para que les den un plato de comida; un plato para todo el día. Que nadie lo dude: si seguimos uncidos a España por el yugo colonial, aumentarán esas colas. Aumentará el hambre, la miseria y la infelicidad para muchos canarios (cada vez más, como decimos), cuando podríamos ser hijos de las Islas Afortunadas. Podríamos ser riquísimos y vivir sin necesidades ni apuros económicos, pero sufrimos hambre (lo repetimos: ¡hambre!) y privaciones porque estamos alimentando a los hijos de los asesinos de nuestros padres; a los españoles. Bien se encarga la Hacienda española de llevarse nuestros recursos.

Y ahora, por si fuera poco, nos suben desde Madrid el recibo de la luz. Una medida inconcebible a estas alturas por su exagerada cuantía, consecuencia de otra disparatada decisión del nefasto Gobierno de Zapatero. Un Gabinete que intenta salir de la crisis dando palos de ciego; disparando en todas direcciones sin ver al enemigo; sin darse cuenta de que el principal enemigo de los españoles, y de los canarios colonizados por los españoles, es el propio Zapatero por su ineptitud y sus mentiras políticas.

España es el baldón de Europa y Canarias, aparte de la despreciable región ultraperiférica en la que nos han convertido nuestros "amigos" europeos, está sufriendo las peores consecuencias de la colonización española. Esto ya clama al cielo y puede ser la causa de que el día menos pensado se produzca un estallido social en estas Islas. Algo que no deseamos -siempre lo hemos dicho, pues somos gente de paz-, pero que lo vemos venir porque la situación está hirviendo. Mucho nos tememos que si no se dan los pasos oportunos por quienes han de darlos, es decir, por los políticos nacionalistas que hoy están en las instituciones y que realmente se sientan nacionalistas, y no una comparsa de los partidos estatales, si no le exponen, como decimos, de forma inmediata a Zapatero, a todo el Gobierno español y también al Congreso de los Diputados nuestras reivindicaciones soberanistas, a no tardar mucho la gente se echará enloquecida a la calle para reclamar su libertad. El hambre siempre ha sido mala consejera y Canarias está pasando hambre por culpa de los españoles; por culpa del egoísmo de un Gobierno que prefiere entregarnos en manos de Marruecos antes que devolvernos lo que nos pertenece: nuestra tierra y nuestra libertad.

Es posible que cuando el pueblo se eche a la calle haya violencia, pero no seremos nosotros los culpables porque llevamos mucho tiempo advirtiendo de lo que puede ocurrir. ¡Cuidado, España! ¡Cuidado, dirigentes nacionalistas canarios que no están haciendo nada! La subida de las tarifas eléctricas, además de otras que el Gobierno de España deberá adoptar en las próximas semanas debido al fracaso de sus erróneas políticas económicas (Zapatero negó la crisis incluso cuando ya crecían sin cesar las colas del paro), pueden ser la espoleta que haga saltar la bomba. ¿Culpables? España, lo repetimos, y también esos condescendientes políticos nacionalistas que no hacen nada por su pueblo. Al contrario.

Ahora que se aproximan las elecciones, aumentan los gastos en propaganda. El pueblo no quiere propaganda engañosa; quiere y exige que se mate el hambre. En tiempos de Franco (a quien nombramos como ejemplo de progreso, aunque muchos fueron sus crímenes y muchas las víctimas de la represión y el autoritarismo, entre ellas nosotros mismos) el símbolo del Auxilio Social era un brazo empuñando un puñal con el que atacaba al dragón del hambre. Eso es lo que quiere hoy el pueblo canario: que sus políticos dejen de vivir a costa del sudor de su frente y dediquen todas sus fuerzas a luchar contra el hambre. Seguir con la política actual de darles dinero a los sindicatos y partidos políticos significa jugar con fuego. ¿Han olvidado los políticos actuales en qué acabaron los abusos de la corte de Versalles? ¿Han olvidado la guillotina? ¿Han olvidado que cuando el pueblo se cansa, y ya está muy cansado, nada ni nadie es capaz de detenerlo? Volvemos a advertirlo: si esto no cambia, rodarán cabezas como rodaron por las calles de París. Estamos predicando paz y pacifismo, pero tenemos la sensación de que predicamos en el desierto porque los gobernantes canarios están ciegos, obcecados y manipulados por Madrid y por Europa. Con su actitud irresponsable, están empujando a la gente a que se eche a la calle.

Por suerte, no todo es malo. Hoy destacamos para nuestros lectores dos notas reconfortantes. La primera se refiere a lo manifestado por Artur Mas cuando ha dicho, en su toma de posesión como presidente de Cataluña, que opone la Cataluña milenaria a la construcción artificial del Estado español. Nunca ha sido un político catalán tan tajante y claro. Siempre hemos defendido la integridad de España. Integridad con Cataluña, Vasconia y Galicia. Pero, por lo visto, y teniendo en cuenta la forma en que Canarias pasó de ser una tierra libre a una posesión española, es decir, considerando la siempre cruel y despótica actitud de los gobernantes españoles, debemos decir que tiene razón el nuevo presidente de la Generalitat catalana. Canarias, por lo que sabemos de su historia conocida, siempre fue una nación que, como Cataluña, nunca tuvo estado. Ojalá que el descaro político y sindical que padecemos no origine que también surja aquí un movimiento como Terra Lliure.

La otra alegría nos la ha dado Juan Jesús Ayala este lunes con su artículo "Hacia una transición nacional canaria". En él manifiesta que "habrá que rebobinar la historia y ponerla al servicio de la verdad, camino de una transición nacional canaria. Esto nos llevaría a modificar actitudes políticas y cívicas y marcar un objetivo que tendrá que alcanzarse tarde o temprano (el mundo va por ahí), y al que no se puede renunciar como pueblo que somos, y que no es otro que a través de esa transición nacional desembocar en el asentamiento de la nación canaria instituida ya con los ropajes de un Estado".

Juan Jesús Ayala ya se está definiendo; por fin está pidiendo sin rodeos la independencia de Canarias. Realmente no aspiramos a la independencia como un logro. Lo que pedimos es que se nos devuelva lo que teníamos antes de la conquista española. De lo que se nos robó con violencia: la tierra, el poder, las riquezas. Todo eso tiene que ser devuelto y compensado. Porque los crímenes de lesa humanidad, y el genocidio que sufrieron los guanches lo fue, no prescriben nunca.